Nublado y helado fue un día más,
una mañana más que me permite respirar,
cantar soñar y viajar en esta aventura de la vida.
Hoy tuve una oportunidad más de abrir
todos mis sentidos , y dejar que los sonidos,
y los tantos dibujos coloridos,
dejen fluir mis suspiros.
Mientras aprendía para enseñar y
enseñaba para aprender, nada evitó
que mis oídos y mi corazón se conectaran
con esa lejana canción, que sin querer
en mi cuerpo causó una emoción.
Al mismo tiempo me deje llevar
por la cálida y traviesa sonrisa de un niño,
que me recordaba que un día más
sin sonreír, es un día más que puede morir.
Tras varios saltos por aquí y por allá
a mi casa fui a parar, con una dulce compañera
a tiempo parcial, y fue así
como la naranja y el café irrumpieron
en una excusa para platicar.
Tras pequeños silencios con estallidos
de risas eufóricas, en un rincón,
continuó la conversación,
y sin querer mis ojos se cruzaron con los de él,
un lindo gitano al que por segunda vez logré ver,
y al igual que en la primera ocasión,
esta vez también jugaba con su plato y su cuchara
esperando a su limonada, y yo allí componiendo su canción.
Y así fue como un día más pude comprender
que puedo dejar a mis sentidos componer.
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